viernes, 24 de septiembre de 2010

She


Camino lentamente por la orilla de esta playa, mis pasos son seguros y muy firme, mis pensamientos son tan claros como lo es el hermoso día que radia tranquilidad y armonía, los rayos de sol rebotan en mi cara, una chispeante brisa marina me hace despertar aun mas, me siento tan bien con lo que soy y lo que siento en este momento, que nada ni nadie puede turbar esta calma que por ahora mi alma siente. Mi respiración se silencia para oír el vuelo de una gaviota, el silencio es tal que puedo escuchar el recogimiento de una ola, es tanta calma y paz que parece un ensueño.

Recuerdo perfectamente tan bien el día en que la conocí a ella, el motivo de mi estado de felicidad, que puedo sentir su aroma en ese momento, su textura, su mirada, sus labios buscando un consuelo; unas almohadas de terciopelo para recostarse y olvidar el tiempo, sus ojos que coqueteaban con los míos, sus movimientos tratando de seguir el ritmo de cuya melodía, sus manos tocándome para ella sentir que en ese instante tenía un corazón que latía fuertemente provocado por mis ganas de poseerla, pero por sobre todo recuerdo el primer beso; donde nuestros movimientos se volvían lentos y cuidadosos, nuestras manos se fusionaban para no soltarse, nuestros ojos se conectaban para no olvidarse, nuestros oídos querían escuchar lindas promesas de amor, mas no éramos dos tímidos dándonos un primer beso, una condena de pasión y conquista pues es ahí donde se sella nuestro real encuentro donde nos sumergimos en nuestras bocas para dejar florecer toda aquella sensación de bienestar y placer.

Sigo caminando por esta playa, cada día es más hermoso que el anterior y cada momento con ella; llena mi estanque de bellos momentos que parecen nunca acabar, soy un afortunado de las circunstancias que nos llevaron a conocernos, del tiempo que conjuro para citarnos en el segundo exacto ahí, al hecho de besarnos, ya que todo el universo conspiro para un ínfimo beso que por ahora me hacen ser un erudito del amor.

Doy otro paso y me pregunto ¿es todo esto tan real?, ¿es tanta maravilla posible?, ¿es mi satisfacción personal una consiente prueba de mi estado de felicidad?, ¿es ella todo lo que por hoy necesito?, ¿es esto un sentimiento verdadero? Y concluyo un rotundo sí.

Todo lo que por hoy siento es gracias a ella, la que me da la posibilidad de sentirme feliz. Sigo caminando por la playa, miro el horizonte mientras tanto continuo pensando en ella, constante agente de mi mente y guardiana de mis sueños.